El siguiente artículo fue publicado en el Periódico El Colombiano de Medellín el pasado viernes 30 de marzo, previo al inicio de la Semana Santa en una columna como inivtad.
Del desaliento a la esperanza
Por
césar mauricio velásquez *
Minutos antes de regresar a Roma el Papa Benedicto XVI se reunió con Fidel Castro en La Habana. Un encuentro de dos personajes que, desde orillas diferentes, vivieron los avatares de los totalitarismos del siglo pasado y la Guerra Fría. En esta cita, 23 años después de la caída del muro de Berlín, hablaron de la necesidad de respetar y garantizar el derecho a la libertad religiosa como un principio básico de la dignidad humana.
Antes de aterrizar en México, el Papa se había referido a la crisis ideológica del mundo, como un vacío de verdad, libertad y dignidad generado por las llamadas ideologías del mal: nazismo y socialismo. "Hoy está claro que la ideología marxista, tal como fue concebida, ya no responde a la realidad. Porque no tiene respuestas para la construcción de una nueva sociedad. Deben ser encontrados nuevos modelos, con paciencia".
Ya en México avocó por la libertad religiosa, en un país donde muchos cristianos fueron perseguidos hasta el martirio. "La dignidad del hombre, dijo el Papa, se expresa de manera eminente en el derecho fundamental a la libertad religiosa, en su genuino sentido y en su plena integridad".
Hoy, bajo el pretexto de leyes laicales y seudoprincipios de tolerancia, se pretende separar la vida personal y las creencias de la vida social y pública, como si el creyente fuese un estorbo sin derechos ni garantías. En algunos lugares e instituciones, incluso en países católicos, se prohíbe hablar de Dios, llevar un crucifijo o rezar en público. Todo lo contrario a la verdadera tolerancia.
En la tierra de la patrona de América, la Virgen de Guadalupe, el Papa condenó el narcotráfico y las drogas, causantes de miles de muertos en los últimos meses. Dirigiéndose a la Virgen le suplicó que su presencia continuara llamando al respeto, defensa y promoción de la vida humana y al fomento de la fraternidad, "evitando la inútil venganza y desterrando el odio que divide".
A punto de cumplir 85 años, de lento caminar, frágil y con voz serena y fraterna el Papa llegó a América como testigo de Cristo, aferrado a un mensaje que desde México y Cuba atravesó el Continente, convencido de que donde llega la palabra de Dios, "el desaliento deja paso a la esperanza, la bondad despeja incertidumbres y una fuerza vigorosa abre el horizonte a inusitadas y beneficiosas perspectivas".
En ambos países se presentó como "peregrino de la fe, de la esperanza y de la caridad". Tres virtudes necesarias para alcanzar un cambio de vida, pilares de la Nueva Evangelización y del Año de la Fe que en octubre de este año inaugurará el Papa en Roma.
Su paso por América Latina deja un legado de lealtad al Evangelio, de identidad cristiana sin matices, sin medias tintas que, al vivirse rectamente, tiene respuesta a los problemas más acuciantes del Continente, tales como: la pobreza, la desigualdad social, el desprecio a la vida humana, la violencia y la ignorancia.
Con voz suave expuso sus ideas con fuerza, sin buscar agradar a la prensa o mejorar en encuestas. El Papa sabe que buscar agradar a todos es el camino de la traición a la misión encomendada, por esta razón soporta, de manera ejemplar, ataques, persecuciones y burlas.
Benedicto quiso comunicar, con su propia vida en México y Cuba, la necesidad de combatir la ignorancia, fuente de muchos males, con catequesis y estudio. Abrir horizontes frescos al Evangelio, hecho vida en las personas de buena voluntad, sin miedo, convencidos de que el mal no tiene la última palabra.
* Embajador de Colombia ante la Santa Sede.
Su paso por América Latina deja un legado de lealtad al Evangelio, de identidad cristiana.
césar mauricio velásquez *
Minutos antes de regresar a Roma el Papa Benedicto XVI se reunió con Fidel Castro en La Habana. Un encuentro de dos personajes que, desde orillas diferentes, vivieron los avatares de los totalitarismos del siglo pasado y la Guerra Fría. En esta cita, 23 años después de la caída del muro de Berlín, hablaron de la necesidad de respetar y garantizar el derecho a la libertad religiosa como un principio básico de la dignidad humana.
Antes de aterrizar en México, el Papa se había referido a la crisis ideológica del mundo, como un vacío de verdad, libertad y dignidad generado por las llamadas ideologías del mal: nazismo y socialismo. "Hoy está claro que la ideología marxista, tal como fue concebida, ya no responde a la realidad. Porque no tiene respuestas para la construcción de una nueva sociedad. Deben ser encontrados nuevos modelos, con paciencia".
Ya en México avocó por la libertad religiosa, en un país donde muchos cristianos fueron perseguidos hasta el martirio. "La dignidad del hombre, dijo el Papa, se expresa de manera eminente en el derecho fundamental a la libertad religiosa, en su genuino sentido y en su plena integridad".
Hoy, bajo el pretexto de leyes laicales y seudoprincipios de tolerancia, se pretende separar la vida personal y las creencias de la vida social y pública, como si el creyente fuese un estorbo sin derechos ni garantías. En algunos lugares e instituciones, incluso en países católicos, se prohíbe hablar de Dios, llevar un crucifijo o rezar en público. Todo lo contrario a la verdadera tolerancia.
En la tierra de la patrona de América, la Virgen de Guadalupe, el Papa condenó el narcotráfico y las drogas, causantes de miles de muertos en los últimos meses. Dirigiéndose a la Virgen le suplicó que su presencia continuara llamando al respeto, defensa y promoción de la vida humana y al fomento de la fraternidad, "evitando la inútil venganza y desterrando el odio que divide".
A punto de cumplir 85 años, de lento caminar, frágil y con voz serena y fraterna el Papa llegó a América como testigo de Cristo, aferrado a un mensaje que desde México y Cuba atravesó el Continente, convencido de que donde llega la palabra de Dios, "el desaliento deja paso a la esperanza, la bondad despeja incertidumbres y una fuerza vigorosa abre el horizonte a inusitadas y beneficiosas perspectivas".
En ambos países se presentó como "peregrino de la fe, de la esperanza y de la caridad". Tres virtudes necesarias para alcanzar un cambio de vida, pilares de la Nueva Evangelización y del Año de la Fe que en octubre de este año inaugurará el Papa en Roma.
Su paso por América Latina deja un legado de lealtad al Evangelio, de identidad cristiana sin matices, sin medias tintas que, al vivirse rectamente, tiene respuesta a los problemas más acuciantes del Continente, tales como: la pobreza, la desigualdad social, el desprecio a la vida humana, la violencia y la ignorancia.
Con voz suave expuso sus ideas con fuerza, sin buscar agradar a la prensa o mejorar en encuestas. El Papa sabe que buscar agradar a todos es el camino de la traición a la misión encomendada, por esta razón soporta, de manera ejemplar, ataques, persecuciones y burlas.
Benedicto quiso comunicar, con su propia vida en México y Cuba, la necesidad de combatir la ignorancia, fuente de muchos males, con catequesis y estudio. Abrir horizontes frescos al Evangelio, hecho vida en las personas de buena voluntad, sin miedo, convencidos de que el mal no tiene la última palabra.
* Embajador de Colombia ante la Santa Sede.
Su paso por América Latina deja un legado de lealtad al Evangelio, de identidad cristiana.